Les escribo a ustedes -y a través suyo a quienes participaron en la huelga de hambre- para agradecerles de todo corazón lo que hacen en favor de los prisioneros políticos.
Las tiranías se mantienen en el poder porque amenazan a los ciudadanos con quitarles sus bienes, sus libertades e incluso sus vidas. Por temor a esas amenazas, muchos ceden sus derechos y deciden no luchar; aunque dicha decisión les cause una gran tristeza.
Pero cuando hay valores superiores a la propia existencia y al propio bienestar, como lo son el amor a Dios, el amor al bien, el amor a la justicia y el amor a la patria; entonces el totalitarismo fracasa, porque sus amenazas no surten ningún efecto.
Lo más importante que ustedes y sus compañeros hicieron fue recordarle a los venezolanos que sí existen esos valores trascendentes y que sí vale la pena luchar por ellos.
Para quienes tuvimos la oportunidad verlos y de escuchar sus palabras, se nos hizo evidente que ustedes estaban dispuestos a entregar sus vidas por la causa que defienden. Por mi parte, sentí una gran preocupación, y por eso les escribí una carta pidiéndoles que no se inmolaran.
Antes de que ustedes iniciaran la huelga, terminé de escribir un libro titulado "Desde los calabozos de Chávez", donde digo textualmente: "Esta lucha no es sólo política, sino primordialmente espiritual. Un modelo materialista y ateo, no se le vence con recetas políticas, sino con valores y principios trascendentes, encarnados en líderes que, con su ejemplo, infundan optimismo y esperanza".
Ya se imaginarán la alegría que sentí cuando ustedes aparecieron el 31 de enero, enarbolando la bandera de los prisioneros políticos venezolanos. Percibí que no los motivaba un interés personal, sino un ideal noble, acompañado de una profunda fe en Dios.
Tal como dijo Lorent en una entrevista, "la política no se hace sólo con la mente, sino también con el corazón; porque no se puede hacer política si no se ama a los demás". Quisiera recomendarles que jamás abandonen esa consigna. Que sus pasos sean siempre guiados por el amor a Venezuela y por su deseo de servir a Dios. Todo lo demás vendrá por añadidura.
Me despido reiterándoles mi más sincero agradecimiento, y felicitándolos por haber logrado la liberación de cinco de nuestros hermanos injustamente encarcelados.
Enviado desde mi BlackBerry de Movistar
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