jueves, 10 de noviembre de 2011

Chavez Culpable

Jamás hemos practicado el juego de los hipócritas. Esos que se desgarran sus vestiduras en público, pero sostienen lo contrario en privado, son tan despreciables como aquellos que se arrastran tras las sandalias de los amos del poder. Pertenecen al mismo club cosmético de las forzadas apariencias. Disfraces que abarcan toda una sociedad que se pudre, por la falta de escrúpulos de muchos de aquellos que dictan la opinión pública.

En lo particular, lamentamos los problemas de salud por lo que atraviesa el presidente Hugo Chávez. Lo hacemos asumiendo un principio básico de la naturaleza humana, al hombre en severas dificultades, que incluso le impiden ejercer adecuadamente el cargo; le deseamos que se restablezca pronto para que le responda al país por sus múltiples desmanes. No es posible que la terrible enfermedad, sirva como un mañoso recurso para que olvidemos el festín que han hecho estos individuos que se hacen llamar revolucionarios. Son trece años dilapidando los inmensos recursos económicos que tiene la nación, y que en mala hora cayeron en manos de unos desalmados.

Que nadie se llame a engaños. El gran responsable de la corrupción, el despilfarro, la falta de buenos servicios públicos, el desempleo y la inseguridad; entre otros, es la gestión de Hugo Chávez; además de haber sembrado la división y el odio en la familia venezolana. Ese crédito nadie se lo quitará jamás. El autor de nuestras desventuras es el magnate de Miraflores. Así de sencillo, un megalómano que decide hasta el cargo del último portero en el Gobierno no puede ahora negar su desastre.

La severa complicación de la salud presidencial, cambió el escenario dramáticamente. Las políticas oficialistas pasan por los variables que dibujen las quimioterapias; los funcionarios esperan que un mensaje de Twitter dirija su accionar. Que la llamaba de un eficaz mecanismo, por cierto nacido bajo tecnología del odiado capitalismo norteamericano. Traiga aunque sea la voz del hombre clandestino. El líder infranqueable, aquel que lo condensa todo es su perturbación trascendental; reducido a ciento veinte caracteres o a la gangosa expresión de un individuo que se nota agotado, dando explicaciones cada día más incoherentes, tratando de esconder una verdad que la desparraman hasta sus íntimos. Ni hablar de las forzadas apariciones en público en donde se observan las duras secuelas del tratamiento oncológico. Esas imágenes rebaten cualquier estratagema estúpida de tratar de negar lo que ocurre. Un hecho gravísimo que le acontece al más importante funcionario de la nación; sin embargo, él no es la nación. Por lo cual no deben confundirse los roles. La enfermedad presidencial no tiene porque ser adosada a Venezuela y sus instituciones. La vida de la república tiene que continuar con sus alas abiertas soñando con el futuro. Las naciones no tienen complicaciones por enfermedades del cuerpo, sufren de otros males tan severos como el cáncer; y estos son las gestiones corrompidas. Tal como la ejercida desde Miraflores. Un régimen que tendrá que responder algún día por tanto daño infligido a los venezolanos. El juicio al presidente Hugo Chávez, no sólo es un asunto que lo dirimirán en el ámbito de la justicia. Es el balance de cada ciudadano que estamos seguros, tiene múltiples razones para rechazar sus pretensiones de perpetuarse en el poder, aún conociendo de sus limitadas capacidades intelectuales y hasta físicas. Queriendo gobernar desde un reducto de hospital a través de un mensaje electrónico; como si Venezuela fuera una computadora todo en uno. No es que estemos en contra de la tecnología, y más en nuestro caso particular que ejercemos el periodismo, teniendo como herramienta fundamental los nuevos avances en materia de interacción con el mundo de la información. El rol de un mandatario es otro. Los asuntos de Estado deben tenerlo al frente las veinticuatro horas del día, los problemas no se resuelven con apariciones virtuales. El poder debe ejercerse en el sitio de los acontecimientos; enfrentando las duras contingencias que se presentan. Si no está en capacidad de hacerlo debería nombrar al vicepresidente como encargado. El país no puede pagar los platos rotos por algo que le puede suceder a cualquiera. Lo ideal sería que se dedicase a librarse de su terrible mal. A luchar por mantenerse entre los vivos. De todas formas en octubre del 2012, colocaremos en Miraflores a un venezolano con todas sus potencialidades al servicio de la nueva Venezuela. Con más futuro que pasado y que gobernará para todos por igual.

Requerimos de un cambio total en la conducción de la nación. Un liderazgo con la frescura de las buenas ideas, que se impregne con el espíritu democrático hasta sacarnos de esta pesadilla totalitaria. Que hable de futuro sin ruborizarse y asumiendo con grandeza los cambios sociales necesarios. Alguien de carne y hueso con las ganas hasta el alma y una salud de toro miura para que pueda levantar a Venezuela del desastre actual. Llegó la hora de escoger entre el futuro esplendoroso o el pasado que se muere. Dos opciones que ilustran el devenir histórico de la patria. En tus manos está el destino de Venezuela. ¡Escoge bien...!

alexandercambero@hotmail.com

twitter @alecambero

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